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4 peligros de la oficina del pasado (y cómo evitarlos)

Redacción INPRO
Redacción INPRO

La oficina tradicional conlleva riesgos de salud que son evitables. Sedentarismo, mala postura, ambientes con poca iluminación y dolores innecesarios. Cómo luchar contra ellos y convertir la oficina tradicional en un espacio saludable.

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Durante años, estuvimos expuestos a múltiples riesgos en la oficina y nos “entregamos” a ellos ante la falsa creencia de que no había mucho que pudiéramos hacer. ¿Cuáles son esos riesgos? Cómo combatirlos y por qué ya forman parte de la “oficina del pasado”.

¿Por qué es riesgoso seguir trabajando al modo de la oficina tradicional?

Si bien la pandemia puso al mundo laboral a prueba y muchas de las costumbres y modalidades de trabajo han cambiado, para gran parte de los trabajadores, la jornada laboral sigue implicando largas horas sentados frente a una pantalla, sean estas en un cowork, en un café, en la empresa, o en la propia casa.

Esta forma de trabajar –aunque ya nos hayamos acostumbrado a ella– es sumamente riesgosa, ya que nos expone a 4 peligros, que, de no ser contrarrestados, pueden tener consecuencias negativas para nuestra salud. Estos son: el sedentarismo, las malas condiciones de iluminación, la mala postura y los dolores en articulaciones.

Numerosos estudios[1] han alzado la voz sobre las consecuencias de los trabajos sedentarios: independientemente de la actividad física que realice una persona, el trabajo sedentario se asocia a una salud deteriorada en todas las edades: riesgo cardíaco, dolores lumbares y cervicales, agotamiento durante la jornada laboral, disminución de la satisfacción laboral, hipertensión y síntomas de trastornos musculoesqueléticos en los hombros, la espalda baja, los muslos y las rodillas.

A esto se suman las malas condiciones de iluminación y la exposición a la luz azul de las pantallas, sobre todo para aquellos que suelen trabajar de tarde. Según un estudio de la Universidad de Harvard, exponerse a las pantallas durante la noche tiene efectos negativos sobre el sueño, ya que influye sobre el ritmo circadiano y la producción de melatonina[2].

A estos riesgos se suma la mala postura a la que estamos habituados: monitores por debajo de la altura de nuestra visual, espaldas torpemente apoyadas sobre el respaldo de sillas rígidas e incómodas, hombros volcados hacia adelante, las rodillas a una altura distinta de nuestra cadera, los pies colgando, las piernas cruzadas, entre muchas otras malas posturas. Todas ellas, sostenidas en el tiempo, derivan en dolores innecesarios y evitables de cervicales, lumbares, de muñecas y rodillas, entre otros.

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¿Son estos riesgos evitables? Por supuesto, y si bien existe una larga bibliografía acerca de las consecuencias nocivas que tienen para la salud, las formas de luchar contra ellos son relativamente nuevas. En eso tuvo un rol fundamental la pandemia, que nos abrió los ojos en cuanto a nuevas y más saludables formas de trabajar, que pusieron aún más en evidencia a la oficina tradicional y potenciaron la búsqueda de formas sostenibles de luchar contra sus riesgos. Estas, además de implicar una serie de cambios en nuestra conducta, también conllevan modificar nuestros espacios de trabajo, y, de ser tenidas en cuenta, convierten a estos riesgos en cosa del pasado.

La primera, es incluir movimiento diario en nuestra rutina laboral. Si bien podría parecer difícil lograr este objetivo de manera regular, hoy existen una serie de muebles y accesorios que no sólo nos ayudan a conseguir esta meta, sino que nos inducen a movernos inconscientemente.

En este sentido, una opción que ya han puesto en práctica empresas de vanguardia (desde Apple, a Google, pasando por Dell, entre otras) es el standing desk, un escritorio de altura regulable que permite el trabajo tanto de pie, como sentados. Esta alternancia ya de por sí implica un mayor movimiento, una mejora en nuestra circulación y un primer gran paso para alejarnos de una vida laboral sedentaria.

Según un estudio -publicado en la National Library of Medicine- realizado entre 74 trabajadores, el uso de un standing desk generó una “diferencia significativa” en la salud, la actividad física y el rendimiento laboral de aquellos que utilizaron un standing desk. Este grupo de trabajadores disminuyó significativamente el tiempo que pasaban sentados en el trabajo, redujo el dolor de cuello y hombros, y adujo haber mejorado su desempeño laboral.

Además, es ideal tomarse algunos minutos al día para caminar por el espacio en el que se trabaje, para elongar, para mover brazos y piernas, e incluso, para usar escaleras cuando sea posible, activando la circulación[3].

En cuanto a la mala iluminación y a la alta exposición a la luz azul de las pantallas, las mismas pueden generar no sólo fatiga visual, sino ser dañinas para aquellos que tienen sensibilidad a la luz, o que sufren de migrañas. Es por eso que resulta fundamental mejorar la iluminación de los lugares de trabajo, siempre intentando que sea a través de la luz natural. Ahora bien, para quienes trabajen en espacios cerrados, o que sufran a menudo fatiga visual, es recomendable el uso de dispositivos, como las lámparas LED –que hoy existen con tecnología anti blue-light-, que no sólo neutralizan la luz azul, sino que emiten una luz difusa que reduce los reflejos.

Por último, y con respecto a la mejora de la postura, existen pequeños cambios que pueden llevarse a la práctica con poco esfuerzo, pero cuyos efectos para la salud son notables. Por ejemplo, elevar nuestro monitor a la altura de nuestra visual. Ya sea con un standing desk, o con dispositivos pensados para elevar el monitor, estaremos evitando gran parte de los dolores cervicales y lumbares producidos por la mala postura. Otro cambio significativo es mejorar nuestras sillas: existe gran variedad de diseños con un objetivo en común; lograr que nos sentemos en una posición adecuada sin esfuerzo, evitando sobrecargar cadera, hombros y columna.

En conclusión, si comenzamos a incorporar movimiento a nuestra rutina diaria y mejoramos nuestra postura, no sólo activaremos nuestra circulación, sino que le daremos el descanso necesario a nuestras articulaciones, evitando dolores lumbares, de rodillas, de muñecas y cervicales. Lo mismo sucederá con la fatiga visual y el uso extendido de pantallas: mientras gran parte de nuestro trabajo implique la exposición a distintos dispositivos, es fundamental tomar conciencia y contrarrestar sus efectos nocivos. Con estos cambios en mente, la oficina tradicional y sus riesgos para la salud pasarán a ser, definitivamente, cosa del pasado.

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  1. Recomendamos la lectura de los siguientes: Effect of Work-Related Sedentary Time on Overall Health Profile in Active vs. Inactive Office Workers. [Disponible en https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6174317/], Adverse Effects of Prolonged Sitting Behavior on the General Health of Office Workers. [Disponible en https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5618737/], por citar sólo algunos.

  2. Harvard Health Publishing. Harvard Medical School. Blue light has a dark side. [Disponible en https://www.health.harvard.edu/staying-healthy/blue-light-has-a-dark-side]

  3. Un gran complemento de estos escritorios son los mats -alfombras ergonómicas para trabajar con calzado o descalzos sobre ellas-, que inducen no sólo a mover los pies, sino a masajearlos. Esos micro movimientos, aunque pequeños, tienen un gran impacto en la circulación.